Introducción

Este libro es el resultado del insistente consejo
de mis amigos a escribir las historias que siempre
cuento, esas situaciones y momentos que formaron
parte de la historia de unidad de la iglesia en
Argentina. Es simplemente un recuento de aquello
en que Dios me permitió participar, por pura gracia
y sin ningún mérito mío. Es también la historia de
milagros que Dios hizo con personas que se dispusieron
a servir con sus dones, recursos y tiempo.
Al sentarme a escribir recordé las incontables
intervenciones de Dios, la manera en que él fue
potenciando lo que hacíamos, corrigiendo y solucionando
los errores que íbamos cometiendo. Su
intervención constante y uno de los himnos más
recordados de esos tiempos dieron título a este libro:
Creo en milagros.
Casi todo lo que relato aquí son historias que ya
conté muchas veces, pero otras vinieron a mi mente
al escribir cada capítulo. Mi relato empieza en 1977,
en la campaña evangelística de Luis Palau, Juventud
77, y llega hasta lo que estoy viviendo hoy. Muchas
otras cosas que Dios hizo y en las que tuve el
privilegio de ser espectador quedarán para otra
oportunidad.
La verdad es que por mucho tiempo me resistí a
escribir estas historias. Lo que recuerdo obviamente
me incluye y siempre me pareció que ponerlas en un
libro sería un acto de vanidad. Pero muchos me han
alentado a escribirlas. Entre ellos puedo mencionar
a Luis Palau, que me animó a hacerlo una noche
mientras recordábamos anécdotas antes de salir al
aire en el programa de televisión, a David Ruiz, de
Guatemala, que me dice “tienes que hacerlo” cada
vez que nos encontramos y a Carlos Mraida. En
cierta ocasión, mientras caminábamos por la Quinta
Avenida con Carlos y Omar Cabrera Jr. y Marcelo
Robles para conocer la iglesia Redeemer de New
York, yo les conté algunas de estas historias. En un
momento Carlos se paró delante mí y enfáticamente
me dijo: “Tenés que escribir todo esto.” Finalmente
me decidí a hacerlo.
Alguien dijo que una persona es anciana cuando
cada cosa que ve, escucha o vive le recuerda algo
similar del pasado. Eso es lo que me pasa a mí.
Muchos de mis lectores se identificarán con esta
realidad. Cuando cuento lo que Dios nos permitió
vivir, los que me acompañaron en esas experiencias
se sorprenden de que recuerde todo con tanta
precisión – nombres, fechas, situaciones. Es una
señal de que el tiempo corre, esto de recordar lo que
pasó hace mucho y no recordar lo de la semana pasada.
A pesar de mi buena memoria histórica, sé que
todas estas anécdotas son incompletas, porque solo
puedo contar lo que yo recuerdo y las situaciones en
las que fui parte.
Todos los eventos, conferencias, campañas evangelísticas
y concentraciones que aparecen en estas
historias fueron el resultado del trabajo de muchos
otros, que en general hicieron mucho más que lo que
pude hacer yo. Por supuesto que menciono a varios
compañeros de ruta, pero seguramente no a todos.
Les pido perdón a quienes involuntariamente no
recordé.
Uno de mis propósitos al publicar este libro es
que las nuevas generaciones de líderes evangélicos
puedan tener un hilo histórico de la manera como
Dios ha obrado en la iglesia Argentina en los últimos
cuarenta años. Quiero pensar que, muy humildemente
y salvando las distancias de calidad y profundidad,
este libro continúa con el relato iniciado por
Arnoldo Canclini en su libro “400 años de protestantismo
argentino.”
Si bien intenté contar las historias en orden
cronológico, fue necesario ordenarlas en capítulos
que giran alrededor de un eje principal. Es por eso
que, inevitablemente, hay cierta superposición entre
los distintos capítulos.
Quise enriquecer este escrito con dos páginas online:
www.creoenmilagros.com.ar, en donde pueden encontrarse
fotos, mensajes y canciones relacionadas a cada
capítulo y en www.mensajescristianos.com.ar, donde se
encuentran mensajes y grabaciones musicales. Espero
que también otros puedan agregar a estos sitios fotos
y recursos.
Mi deseo es que los que lean este libro se sientan
desafiados a emprender grandes cosas para Dios,
a pensar en proyectos que escapen a su humana
posibilidad y a vivir una vida de milagros continua.
Parte fundamental de todas estas historias es la
congregación de la Iglesia de la Puerta Abierta de
la cual soy pastor desde el año 1981. Mientras Dios
me permitía vivir todas las historias que relato en
el libro estaba liderando una iglesia en continuo
crecimiento, con múltiples demandas y desafíos. Al
tener un carácter independiente la Iglesia siempre
apoyó los trabajos de unidad y fue en muchos casos
el lugar donde las distintas manifestaciones interdenominacionales
encontraron un espacio común y
propicio. Sin el apoyo y la ayuda de la Iglesia de la
Puerta Abierta esto hubiera sido imposible.